Una carta para ti
Un regalo inesperado para reflexionar sobre la importancia de escribir a mano en un mundo cada vez más digitalizado.
En general, el año comienza en enero y termina en diciembre con una parada hacia agosto, por vacaciones. En general. Aquí no. Aquí hay un antes y un después de San Fermín y, además, esos nueve días son una especie de limbo en el que el tiempo queda suspendido.
Una suerte de Navidad, con todas las réplicas de las pascuas. A saber: compras de última hora, reuniones y quedadas como si fuera a acabarse el mundo…
Hace unos días, quedé con unas amigas a las que no veía hacía al menos cuatro años. Antes de nuestro encuentro, recibí una foto en WhatsApp que abría boca del tinte nostálgico y de revival de nuestro café. La foto, que acompaña esta news, daba cuenta de un montón de cartas de juventud, escritas con una caligrafía tan cuidadosa como apasionada que trajo N. Las palabras en esas páginas no solo contaban historias, sino que también revelaban la esencia de quienes éramos cuando las escribimos. Este regalo inesperado me hizo reflexionar sobre la importancia de escribir a mano en nuestro mundo cada vez más digitalizado.
Esas cartas se han convertido en un regalo inesperado, una suerte de fotografía escrita de quienes fuimos hace años.
Hoy, en un tiempo donde los teclados y las pantallas dominan nuestra comunicación, la escritura a mano es una práctica que muchos consideran obsoleta. Sin embargo, esta forma de expresión tiene un valor incalculable. Cada trazo, cada curva y cada línea de una letra manuscrita son únicos, reflejan la personalidad y emociones del escritor de una manera que las fuentes digitales no pueden replicar.
Además, escribir a mano según múltiples estudios, implica una conexión más profunda entre el cerebro y la mano. Este acto no solo mejora la memoria y la retención de información, sino que además de estimular la actividad neuronal, alimenta la creatividad, la imaginación y la resolución de problemas. También promueve la creatividad. Por eso no es extraño encontrar cómo cada vez más autoras y escritores se rinden a los encantos de esta nueva corriente y escriben sus novelas a mano en cuadernos, folios y libretas de escritura. Aunque sea más costoso en tiempo, permite una conexión más cercana con nuestras historias. El proceso lento y reflexivo de escribir, además, puede ser una forma efectiva de meditación y alivio del estrés. Relajarte mientras haces lo que más te gusta en el mundo. ¿No suena maravilloso?
Lo es.
Contrario a la inmediatez y a veces frialdad de los mensajes digitales de hoy, una carta escrita a mano como las que enviábamos aquellos veranos, requiere tiempo y esfuerzo. Ese hecho sencillo y al que apenas dábamos importancia se ha convertido en algo valioso, en un un pedazo del tiempo del remitente dedicado exclusivamente al destinatario.
Las cartas que N. trajo a nuestro encuentro eran más que simples documentos; eran testimonios de amor, amistad y vida. Cada una de ellas transmitía sentimientos profundos y capturaba momentos representativos de nuestras vidas. Reflejaban una época donde enviar una carta era un acto deliberado y significativo, en la que cada palabra era pura emoción reflejada en papel y tinta.
—¿Os reconocéis en ellas? ¿Echáis de menos aquella época?
—Gran pregunta, N., le dije.
Reconozco ahí a la joven pre – adulta que fui. La intensidad, la necesidad de expresarme a través de las palabras (cada una de mis cartas contenía al menos tres hojas) y la emoción sincera en todas ellas. Pero no, no volvería a aquellos años, no soy amiga del cualquier tiempo pasado fue mejor. No. Para mí, lo pasado, pasado está.
Hoy, quiero desafiarte a que te tomes un momento para escribir. Quizá no te animes con un relato o una novela al completo, pero es posible que puedas escribir una carta a alguien especial. Puede ser un amigo, un familiar, o incluso a tu yo del pasado o quizá al del futuro. Exprésate sin prisas, sin barreras, deja que tus pensamientos fluyan y permite que tu caligrafía cuente tu historia.
Si lo haces, ¡imagina también la sorpresa y la alegría de quien vaya a recibir tu carta!
¿Te animas? Me encantaría recibir una foto de tu carta y que me cuentes cómo te sentiste al escribirla. Vamos a redescubrir la belleza de escribir a mano, cualquier excusa es válida para enviar un pedacito de corazón, un regalo emotivo de tinta en vena a alguien especial.
En un mundo donde los mensajes rápidos y las notificaciones constantes son la norma, te aseguro que una carta manuscrita es un tesoro inesperado que suscitará más de una sonrisa de emoción.
Gracias por estar y gracias por leerme.
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Recojo el guante, Izaskun. La próxima novela no, que no estoy tan colgado, pero el próximo relato que escriba, lo escribiré a mano (y te echaré la culpa de ello, jaja).
Muy lindo, me hace acordar a una muy linda publicación del newsletter Strangers No More. Jordan escribe sobre el valor de la carta manuscrita cartas en estos tiempos.